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¿Cómo no morir de infoxicación?
A cada segundo se publica contenido nuevo, o se publica un duplicado de él. Ante tan gran avalancha de información ¿qué hacer para no morir aplastado por ella? La respuesta es fácil, y lo más probable es que su institución/universidad tenga la respuesta frente a sus narices… y si no la tiene, pida que contraten uno… o unos cuantos.
Magia en la Biblioteca
Él en “823 T649h.E“,
ella “823 R883h.E“.
Ojeaban en busca de un poco de magia.
Un cruce de miradas,
sabían lo que necesitaban.
¿Las Google Glass llegarán a las bibliotecas? #GoogleLibGlass
Las bibliotecas son una de las primeras organizaciones en probar e implementar la nueva tecnología en búsqueda de su propio beneficio o, como no, el de sus usuarios, como ya pasó con la incorporación de Internet. Ahora bien, les llega el reto (otro de tantos) de las Google Glass. Y como bien dijo Pablo García: “Si existe un complemento que caracteriza la ya de por sí estereotipada figura del bibliotecario, ese es sin duda el de las gafas”.
Oda al Bibliotecario
Con sus larguísimos brazos de pulpo diligente
el bibliotecario riega girasoles,
enciende milenarias linternas,
reparte esperanza como pan dulce,
despierta estatuas de su sueño de oso.
Impopular, olvidado por el médico,
despreciado por el gerente,
de sus manos cultas cuelgan teoremas,
entre sus dedos hay diamantes,
esmeraldas, herramientas,
sinfonías, gritos, ideas,
fórmulas y explosiones,
temblores de tierra que hacen retractarse a los obispos,
revoluciones que siembran el temor
en las camas de los dictadores,
que hacen más anchos los caminos de la paz.
En el silencio conventual en que habita
ha probado gustosamente
las mieles tiernas de Neruda
y ha visto brillar los cabellos dorados del Pelida.
En las mañanas desayuna con Platón,
en las tardes cena con Dalí
y luego se va a su casa
enteramente complacido
de haber hecho el bien.
De tantos secretos, tornillos y poleas
que hacen girar al mundo,
de tantos cofres que guardan
el conocimiento de la vida misma,
el tímido bibliotecario es dueño de todas las llaves.
Juan Carlos Rueda Santiago
jurueda@suagm.edu